Carne, demonio, ¿hummus?

He aquí otro documental gringo, angustioso y controversial sobre la salud. Se llama What the Health, está disponible en Netflix, fue producido por Joaquin Phoenix y sus directores son Keegan Kuhn y Kip Andersen, la misma dupla detrás de Cowspiracy (2014), ese piedrazo contra la industria ganadera y su desastroso impacto ambiental. Esta vez, las vacas vuelven a ser su target, pero ya sobre la parrilla. “La Organización Mundial de Salud (OMS) revisó 800 estudios, de 10 países diferentes, y encontró un vínculo directo entre el consumo de carne procesada y el cáncer colorectal”, dice Andersen durante los dos primeros minutos de la película y así, de entrada, establece un identikit de los potenciales y sabrosos enemigos del ser humano: las salchichas, el tocino, el jamón, los bifes, los chorizos y todo lo que sepa, huela o provenga de cualquier animal comestible. Vade retro parrillada completa.

Andersen, quien no fuma ni toma y se ejercita, reconoce también desde un inicio que él es un “hipocondríaco en recuperación”, y ese detalle es útil para saber cómo y con qué cuidado digerir las estadísticas, las declaraciones médicas, los testimonios y los estudios con los cuales defiende su activismo anticarnívoro. Mucha de la información contenida en la cinta, de hecho, ha sido cuestionada en estos meses por una parte de la comunidad médica. Una de las comparaciones que más revuelo ha generado es aquella de que comer un huevo al día es tan malo como fumar cinco cigarrillos.What the Health abruma al espectador con ‘hechos’ alarmantes que no resisten ninguna investigación científica”, dijo recientemente la investigadora Alicia Howarth, de la Universidad de Liverpool, al diario The Times. Como ella, hay muchos otros expertos preocupados por las conclusiones a las que puedan llegar los espectadores más impresionables.

Respalda por estudios de Harvard, cuadros de la OMS, ilustraciones médicas y videos clandestinos sobre las condiciones insalubres de ciertos camales, la primera hora del largometraje está pensada para asegurarse de que la gente huya despavorida de cualquier steak house, pues el consumo de carne —según las evidencias que muestran— es el causante directo de la diabetes y de las enfermedades cardiovasculares. Frente a eso, entonces, ¿cuál es la alternativa en apariencia más sana, barata y recomendada para prevenir dichos males? En la siguiente y última media hora, Andersen y sus entrevistados resuelven esa duda con un ligero aire a programa de ofertas por televisión. Para mostrar que el veganismo, o una “dieta basada en plantas” como ellos lo llaman, es inmediatamente efectivo, se muestran testimonios casi milagrosos como el de Jane Chapman. Ella, una mujer de 61 años con osteoartritis en la cintura, da fe —nunca mejor dicho— de que hace dos semanas no podía dar ni un paso sin su andador pero ahora, luego de solo ingerir vegetales, camina ligera y rozagante.

“En los seres humanos, los dientes caninos se han vuelto muy pequeños. Son prácticamente inútiles para romper y arrancar otra cosa que no sea un sobre”, dice el Dr. Milton Mills, especialista en cuidados intensivos, para explicar que incluso nuestra anatomía está diseñada para masticar únicamente hierbas y no tejidos chiclosos. Pero con tantas y en teoría tan contundentes pruebas de que comer cualquier carne, incluida la de pescado, es el peor daño que podemos hacernos a nosotros mismos, ¿por qué demonios seguimos comprándola? Los dedos acusadores apuntan hacia la triada entre las corporaciones cárnicas, las farmacéuticas y las asociaciones de salud estadounidenses para quienes nuestras enfermedades son su olla de oro. Queda, sin embargo, una duda aún más preocupante: ¿este tipo de denuncias realmente nos benefician a los consumidores?, ¿o es que detrás de este ataque a un sector próspero está otro frotándose las manos, a la espera de que nuestra paranoia decida por nosotros?

*** Publicado en la Revista Babieca 20 (septiembre 2017).